Rómulo Lares Sánchez
para
Alfredo García Deffendini
En
relación con vuestra solicitud de opinión sobre el documento “El Sistema Electoral y el Cambio” del
Profesor Genaro Mosquera C., de esta fecha.
Copias
para: Genaro Mosquera C., Nedo Paniz, Amaury García Deffendini, Reinaldo Vargas
y demás peticionarios, así como el resto de los compañeros y corresponsales del
Frente Patriótico.
Estimo
que con el objeto de informar debidamente a los lectores y amigos del FP y de
la Sociedad Civil en general, fuese publicada la presente nota.
Muy
estimados compatriotas, compañeros y amigos.
Ciudadanos,
todos.
Esta
opinión se fundamentaría en el ejercicio de la especialidad administrativa y
electoral, el estudio y la reflexión sistemática y permanente sobre la serie de
acontecimientos relacionados con los procesos organizados en el Sistema
Electoral-SE por el CNE a partir de
1999 hasta el presente.
Como
referencia para opinar sobre este tema, de utilidad en cualesquiera otros de su
tipo, estimo que existirían entre otras, por lo menos dos condiciones
necesarias que referiré más adelante, que en determinados casos podrían también
ser suficientes para describir el alcance del control totalitario, de las vidas,
de la opinión pública en y sobre Venezuela durante el lapso referido.
Ahora
bien, en mi caso particular, lo hago ejercitando la representación de la
Sociedad Civil, no la de rojos, azules, verdes, blancos, violetas o amarillos,
de ninguna ideología o religión, desde el instante en que acepté juramentándome
ante el Poder Legislativo en junio 2000 como miembro de un directorio designado
por unanimidad y, ratificándolo cuando tomé la decisión de desconocer, a partir
de agosto 2003, tanto al CNE designado en esa fecha por el Tribunal Supremo de
Justicia, declinando la invitación de los miembros de la Sala Constitucional para
conformarlo, así como a los demás poderes públicos proclamados sucesivamente por
aquél, de manera que las opiniones que emito las produzco desde la perspectiva
más amplia de un observador, ciudadano interesado y, en el caso particular en
relación con el SE-CNE, como una víctima más de la Sociedad Civil y nunca desde
la de una organización o persona que participase consciente o inconscientemente
en el Sistema Electoral, ni desde cualesquiera de los dos “bandos” generalmente
aceptados como polarizados, es decir, el “régimen” y las “oposiciones”, por
cuanto en nuestro criterio habría sido suficientemente demostrado que ambos
conglomerados de grupos y de personas que conforman y sostienen el fraude del SE se identifican como uno sólo:
“régimen-oposiciones” y no podrían ser reconocidos como representantes del
resto de los habitantes y ciudadanos por varias razones adicionales, la
fundamental, porque excluyen toda otra voz disidente, sin excepción, de esta
manera los demás ciudadanos, participantes o no en el SE, han sido y son sistemáticamente excluidos, los activos o
individuos que ejercen el sufragio de manera independiente, son arreados al voto
nulo o a la abstención impidiendo el debate sobre el sentido del rechazo al
Sistema Electoral-SE que en otros países se contabiliza mediante el voto en
blanco, por lo que a pesar de la notoriedad del fraude se habrían hecho también
cómplices de la mayor institución para el engaño, la manipulación y el fraude a
la voluntad del colectivo y por lo tanto, serían todos corresponsables directos
de las consecuencias, tales como, la más grave quizás y protuberante serían los
crímenes que los usurpadores de los poderes públicos proclamados
fraudulentamente y disfrazados de “régimen-oposiciones”, tendrían que explicar
y por los que deberían en su momento responder ante los tribunales penales nacionales,
especiales e internacionales, cuando fuese restablecido un Estado, o la
República de Venezuela.
Aunque
el voto en blanco en Venezuela no existe como instrumento determinante para
medir el rechazo a la “oferta electoral” específica o a la “credibilidad del
sistema (SE)”, dispondríamos sin
embargo de otro instrumento aún más poderoso para manifestarlo,
correspondientemente, conformado por la condición de “no obligatorio” del voto
así como la gestión libre para
manifestar el deseo de “participación” en el Sistema Electoral-SE mediante la
inscripción voluntaria en el Registro Electoral-RE consagrado en el espíritu y en
nuestras tradición constitucional y adicionalmente por su letra a partir de
1999, que contradictoriamente nunca habría sido más obligatorio y automático,
manifestaciones que también son encubiertas mediante argucias que promueven el
“régimen-oposiciones” y divulgan en gran escala los medios de comunicación,
censurando y autocensurando cualquier crítica y desviando la atención hacia el
cúmulo de arbitrariedades y muestras de “ventajismo” de todo orden para conformar
las “cortinas de humo” que sin embargo, tendría un impacto marginal a la hora
de anunciar y proclamar los “resultados” de una maquinaria diseñada y aceitada para
el fraude.
Estas
afirmaciones son emitidas en razón de la evidencia incontrovertible de la manipulación
mayúscula y escandalosa de “todas” las bases de datos oficiales, así como de los
resultados que generan las “encuestas” alimentadas por la “data oficial” como
si ésta tuviese alguna credibilidad, determinando en primer lugar un origen-proclamación
fraudulento y en consecuencia la usurpación de la representación-ejercicio de dichos
poderes-instituciones, adicionalmente, en segundo lugar, por un desempeño de
tales usurpadores que no podría en criterio de un observador debidamente
informado a partir de las evidencias de tal gestión pública, sino ser declarado
por completo al margen del Derecho, violentando como política de Estado cada
uno de los derechos humanos descritos en la jurisprudencia internacional de la
Justicia Penal Internacional y, adicionalmente, es decir, de manera pública,
notoria y comunicacional, asociados al crimen organizado, narcotráfico,
subversión, legitimación de capitales, usando las mismas instituciones del
Estado para el soporte de tales organizaciones criminales, cómplices,
organizaciones subversivas y Estados “forajidos” (reconocidos de manera
insólita por instituciones internacionales tales como la ONU, OEA, C. Europea,
MERCOSUR, ALBA) convalidando el apoyo de tales actividades encubiertas en y por
las instituciones internacionales y bajo su protección, así como ejecutadas por
el “Estado venezolano”.
¿Cómo
podría un resultado diseñado en “La Habana” y ejecutado por el CNE, como todos
los
organizados a partir de 2003, “ganados” o “perdidos” por el “régimen-oposiciones”
que en última instancia representarían lo mismo en cuanto al origen de su
ejercicio de la función pública, monitoreado para generar “celebraciones” o
“castigos” de rojos o azules según las circunstancias, que estimularía un coro enorme
de carcajadas de la burocracia cubana, vergüenza para el gentilicio venezolano,
ser considerado como que: “el rechazo popular ganó las elecciones parlamentarias”?
Con
tales antecedentes, a pesar de la explicable desesperación y confusión
generalizadas por el desmantelamiento de Venezuela y nuestra sociedad, sorprende
que una vez más, profesionales competentes e informados sobre el tema argumenten
tomando como base para tal reflexión la data que suministra la institución más
perversa del régimen totalitario de ocupación extranjero que al mismo tiempo cuestionan,
para otorgar el supuesto “triunfo” a unos o a otros.
Sorprende
aún más, que se promueva la legitimación directa de otra institución del
Estado, la “Asamblea Nacional”, surgida a partir de otro acto írrito más del
CNE y como consecuencia todas las demás, TSJ, Consejo Moral Republicano y el
propio CNE, aunque la explicación tiene su origen en la participación en el
fraude electoralista y en la “celebración” de la proclamación de “diputados”
tan ilegítimos, ilegales y usurpadores del Poder Público como el resto de los
proclamados: Ejecutivo, de los estados y municipios, que sólo consolida estos
poderes así como el fraude que les dio origen, y para la opinión nacional e
internacional la celebración de la “democracia venezolana”.
Algunas
cifras, no oficiales por supuesto, pero consistentemente recogidas por lustros y
procesadas por organizaciones como el OBSERVATORIO VENEZOLANO DE VIOLENCIA-OVV,
anunciarían que este 2015 habría cerrado con alrededor de 28 MIL asesinatos.
Asesinar 260 mil personas a partir de 1999 requiere de la organización de una
maquinaria para el asesinato, que no sólo es responsabilidad exclusiva del
Estado y de los individuos que ejercen los poderes públicos, sino que, adicionalmente,
en el caso de Venezuela abundarían las evidencias de que quienes dirigen esta
maquinaria del terror son los propios usurpadores de los poderes públicos.
Punta del iceberg del apartheid criollo, conjuntamente con la persecución, el
acoso, el asalto, el secuestro y el exilio.
Hablar
de “ciencias políticas” sería también hacerse cómplices del fraude
institucional, promoviendo el drama venezolano como “político”, argumento
probablemente válido a principios del siglo XX pero imposible de sostener en el
XXI, cuando sabemos que en Venezuela no existiría “política” sino “crimen
organizado” transnacional y, como algunos estudiosos, intelectuales y artistas
con fundamento afirman en sus densas obras y creaciones, ya no existiría
Venezuela, sino una ex Patria o un ex país.
Promover
dentro de estas circunstancias la remoción de los usurpadores del directorio
del CNE desde tal Asamblea Nacional, del que insisto me considero miembro legítimo
en el “exilio” a partir de 2003, sólo contribuiría a legitimar los fraudes y
sus consecuencias, algunos referidos a partir de 1999, acción que también celebrarían
instituciones tales como los militares y miembros de la “Policía
Constitucional” (concepto promovido acertadamente por el honorable y
desaparecido Profesor Enrique Tejera París) porque les sirve de burladero para
evadir sus responsabilidades y disimular su deshonra, primeros cómplices de la
violación de la soberanía, de los derechos humanos y del imperio de la Ley, traidores
todos, acompañados por los medios de comunicación, iglesias, academias,
gremios, sindicatos, organizaciones empresariales, en fin, por quienes
pretenden desconocer y esconder la realidad otorgándole prioridad al “gatopardismo”
o “lampedusianismo”, es decir al “business as usual”, pero ¡atención!, en
Venezuela no circula un billete o un documento negociable que no se encuentre empapado
en el holocausto de la sangre de centenares de miles de venezolanos y
residentes y por el terror de las mayorías.
Aparte
de estas modestas consideraciones administrativas, jurídicas y éticas, habría
también sido demostrado suficientemente que no sería posible utilizar los
instrumentos diseñados para diluir a Venezuela y crear otra farsa de nación,
con el propósito de rescatarla.
Que
no sería posible resolver un problema hasta que no se reconociese su
existencia.
Que
un gesto típico criollo del gatopardismo-lampedusianismo, adornado con la
entrega al nuevo amo de la “patria”, en el propio hogar, de las “hijas” o de
las “esposas”, que habría sido en nuestra historia señalado como resuelto, en
el caso de las primeras como “el fortalecimiento y consolidación de las
familias” y de las últimas, con la caricatura de la “venta del sofá”.
Con
gestos como éste que muchos promueven, consecuencia de otros gestos anteriores como
las “elecciones parlamentarias” del 6 de diciembre que tantos promovieron, aunque
se excuse con argumentos tales como ¡¿y, cuál es la alternativa?!, prácticamente
retapizaríamos el sofá de la familia venezolana.
Con
la mayor estima, consideración y aprecio,
Caracas,
4 de enero de 2016
Petición contenida en:
http://www.frentepatriotico.com/inicio/2016/01/05/el-sistema-electoral-y-el-cambio-2/